Creo que fue lo primero que dije cuando llegué, quiero dar toda la vuelta, como si fuese un juego o sólo marcar colorcitos en el mapa y ya. Quería encontrarme en la ruta, perderme, buscarme, no sé. Agarre el mapa, inmenso país, terriblemente grande. La mayor parte de la población se concentra en el este. En el medio, parece la nada, localidades salpicadas, rutas inmensas. No sabía que había, pero sentí la necesidad de irme. Si quería dar la vuelta entera, para lograrlo, tenía que empezar.
Manly era mi hogar, era mi confort, la comunidad Argenta, el compartir códigos ya conocidos, encontrar una nueva familia, esos amigos con los que a veces vivimos más cosas que con los amigos de casa. A veces hasta empeorar el español de las mezclas de tonadas. Estaba en casa, pero necesitaba expandir más esa zona de confort, sacarle más el jugo a estar en otro país, encontrarle el sabor a Australia, que no es sólo Sydney, salir a ver que había adentro.
Sali de Manly, con el pánico que me abrazaba, la mochila pesaba más que nunca, me temblaban los dientes. Ya está, me decía a mi misma, no llego al próximo pueblo que ahí caigo, o me quedo sin plata, o me pasa algo, listo. Esa sensación tan fuerte de sentir que te lanzas al vacío, sin paracaídas, que pum!. Y no fue así para nada. Tampoco salí corriendo a hacer la maratón, empecé con el primer paso: aprender a viajar conmigo.
Gracias a esas grandes personas, que el destino nos pone en el camino, entre letras, por un blog, por coincidir en el mismo espacio sin querer nos conocimos, una gran amiga. Y me dijo vamos al norte, yo no tenía brújula, estaba mejor empezar para arriba, ya el invierno nos tocaba los pies. En Sydney no paraba de llover y no soy muy amante del frío. No fue sólo decir vamos, era ¿cómo? Si no teníamos auto, y queríamos aventura de ruta, no sólo tomarnos un avión y listo.
Y aprendí lo de viajes compartidos, salir de vacaciones con desconocidos en Argentina es una locura. Por seguridad, miedo, o no se nos ocurre, no sé. Bueno en Australia, y en muchos otros lugares del mundo, hay páginas para compartir viajes, grupos de Facebook, pueden ser viajes de placer o solo un aventón. Ahí armamos el viaje, un itinerario móvil con un equipo internacional. Para mi seguía siendo una locura, y no sabía que iba a pasar con semejante experimento.
Nos encontramos en una estación de servicio, una 4×4 que explotaba de cosas y 6 ocupantes, que entramos como tetris. Yo por mi estatura, ligue el último asiento para niños, sí, iba casi con las piernas aplastadas. Pensando en que por suerte no soy claustrofóbica de ir en 3ra fila, si había que saltar cómo carajo hacía para salir de ahí. En fin, ahí estábamos el francés conductor, 2 chicas francesas que fueron la diversión del equipo, un inglés de camisa y zapatos de cuero al que pensamos no le habían avisado que nos íbamos de camping, mi amiga y yo Argentinas. Y cómo pudimos, entramos.
El itinerario era Sydney – Gold coast y allá partimos.
Primer parada New Castle a sólo 170 km, no fue tramo muy largo, el conductor tenía unos amigos ahí, que nos alojaron. Es una ciudad chica, tranquila. No vimos mucho porque estaba nublado, llovía. Algunos acamparon en el patio, sí el inglés durmió en la carpa y salió vestido de camisa y zapatos, esa distinción que no pierden ni de camping. Las chicas dormimos adentro. Comimos pasta y la salsa la hicieron con carne molida de canguro, que se compra en el super como molida común, así que mi primer experiencia de carne local, por lo menos en la salsa parecía mismo que carne.
Segunda estación Port Macquarie unos 250 km más al norte. Hay playa, un lugar turístico, pero bajo la lluvia, no lo era tanto. Paramos en un hostel que tenía toda la buena energía de lugares de playa, como era de nuestros primeros días hicimos cena conjunto con crepes franceses así nos íbamos conociendo.
Salimos a caminar cuando salió el sol. Lo más lindo fue visitar el hospital de koalas,dónde llevan los que tuvieron accidentes. La mayoria son heridos en incendios forestales, se les queman las garras y no pueden trepar a los árboles entonces tampoco pueden comer, ahí los cuidan y rehabilitan, los que están bien los devuelven a su ambiente natural. La entrada es libre y muy interesante paseo, también podes ayudar adoptando uno, siendo madrina de un koala en recuperación. Hay plan de voluntariado pero es muy requerido, así que los postulantes están anotados hasta con un año de anticipación.
Hicimos una parada en Nimbin, un pueblo hippie entre montañas que parece salido de una película. Lleno de colores, dibujos, grafitis, frases. Se siente la atmosfera relajada, ahí escondido. Lo más llamativo es el tolerado consumo de marihuana, hay shops, podes probar todo tipo de hierbas y tiendas alternativas. La gente es acorde al lugar, hippie también, como salidos de un colectivo colorido de los 60, me sentía que había viajado en el tiempo. Ver una cara alternativa de este país, esconderse por un ratito en un rincón.
Tercera estación, mágico Byron Bay. Ahí acampamos, cortos de elementos, pero lo hicimos, hacía frío para la intemperie así que agarramos todo lo que pudimos. Como no era temporada todo estaba medio despoblado, cocinamos en los asadores eléctricos y vimos película que ni me acuerdo, lo que sí las chicas francesas estaban con un enterito de unicornio, calentito seguro pero lejos fue de las situaciones más bizarras y graciosas ver una película con dos personas disfrazadas de unicornio. Fuimos a los bares del centro, escuchamos música en vivo, caminamos por la playa, tomamos cerveza y metimos unos pasos. No falto la caminata obligada al faro y sentarse a admirar el horizonte, es la punta más este de Australia.
Y de ahí, emprendimos el tramo final del equipo llegar a Gold Coast donde cada uno tomaría su rumbo.
Terminar esa primera experiencia de compartir con desconocidos, a los días ya eran amigos . Nos contamos las historias de cada uno, los miedos y los sueños. Les convidamos mate, como nos encanta a los argentinos cuando la gente te mira raro. Lo lindo fue que nos divertimos, nos acompañamos, y como quería estaba viviendo historias distintas, avanzando en la ruta.
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