Ahí estaba, muy cómoda con vista al lago en Gold Coast. No paraba de pensar en cómo seguir. Ya no tenía ninguna mano más valiente que yo, que me dijera vamos!. Tenía que tomar la decisión de seguir viajando conmigo misma, animarme a vivir la experiencia de viajar sola.
En esto de viajar, y encontrarse, quería darle un sentido al andar, no sólo seguir juntando kilómetros y listo. Anécdotas siempre hay, pero quería una brújula, una meta que perseguir. Ese era mi primer objetivo, quería una brújula.
Darle sentido al andar.
¿Qué me gusta? Sí, me gusta dibujar, pintar, siempre me gustó el arte. Los que me conocen saben que siempre ando con manos llenas de pintura o algún pegamento.
¿Qué había en el suelo que pisaba?, ¿qué podría guiarme para ese rumbo?. En Australia está en auge el arte aborigen, arte tradicional lleno de historia. Es una de las civilizaciones más antiguas del mundo.
Y ahí me decidí, eso quería ver y vivir. Trabajar en centros de arte aborigen, ir a ver que hacen, que pintan, que cuentan, vivir esos lugares de donde viene el arte. ¿Cómo podía llegar ahí? Y encontré un festival de Arte Indigena en Cairns, allá voy !.
Tenía tiempo de recorrer el trecho que me faltaba. Y un día junté el coraje de seguir. Con más pánico que antes, sólo contaba conmigo y la mochila. Compre un pasaje en colectivo de esos que podes bajarte y seguir viajando y fije la primera parada: Hervey Bay.
Primeros pasos conmigo.
El primer plan era pasar todo el día arriba del colectivo. No tenía que tomar grandes decisiones. Sólo lograr dormir en los asientos, no reclinables, de los colectivos larga distancia Australianos. Como no me gustaban los cambios drásticos, era una buena transición. Como si a la próxima estación aún le faltara tiempo y de paso podía acostumbrarme al cambio de estado en movimiento.
Excursiones para conocer gente.
Bajé en Brisbane, en mi trasbordo, solo para estirar las piernas. Caminar un rato. No me sentí extraña, ya que en algo, la mayoría de las ciudades Australianas se parecen. Tome café, saqué fotos, me gustan los detalles, me abruman los edificios. Volví a sentarme en el colectivo, otra vez en ruta. Empecé a escribir más, decidí aferrarme a eso, estoy conmigo misma, voy a estar bien.
Llegue a Hervey Bay, caminé por la playa, charle con los brasileros que compartía habitación en el hostel. Ni fu, ni fa, le faltaba chispa al pueblo, no sé. Después comprendí que sólo paran ahí para ir a Fraser Island. Hice un tour, es la isla de arena más grande. Paseo en colectivo 4 x4 por las dunas y la playa inmensa.
Vimos partes de barcos hundidos sobre la playa. En el centro de la isla, el paisaje cambia, es selvático. Lleno de hongos de colores, plantas que crecen hasta en los troncos de los árboles. Cómo un oasis, hay una laguna en el medio, de azul increíble, se mezcla en distintos tonos, algunos árboles le crecen dentro, rodeado de verde el paisaje deja boquiabierto a más de uno.
Próxima estación, Agnes Water. De ahí sí que no sabía nada, pero la había escuchado nombrar. Llegue de noche, el colectivo para siempre a esa hora. En el viaje ya venía charlando con una chica canadiense compañera de asiento, y fuimos al mismo hostel. Compartimos caminatas en la playa, hubo excursión a otra playa.
El pueblo de 1770, se llama así porque fue el segundo lugar donde el Capitán Cook tocó tierra Australiana. Del pequeñísimo pueblo, no hay mucha historia, más que monumento y una linda caminata por la playa.
Hice mi primera experiencia sobre una tabla de surf, sólo para rasparme poco las rodillas, pero estuvo lindo.
Viví unos dias sobre el agua.
De ahí seguí a Airlie Beach, un tramo más largo. Es un pueblo chico, sobre el mar, desde donde se llega a las famosas islas “Whitsunday”. Lugar super turístico, la ruta mochilera típica. Hostel enorme, de aspecto selvático, donde siempre hay joda todas las noche.
Lo primero que hice fue buscar excursión para ver las islas. Ahí me subí a una excursión de 3 días en barco, con otros 20 pasajeros. Ver atardeceres increíbles. El cielo como si fuese pintura que va cambiando de tonos, los barcos que completan el paisaje.
Desayunar con el amanecer. Tirarme a hacer snorquel, ver tortugas. Caminar por la Whitehaven beach, famosas por ser la playa de arena más blanca, que según su nombre se parece al cielo.
Después de volver a tierra y festejar con todo el equipo los lindos días a bordo, a seguir subiendo. Otro tramo más de colectivo hacia el norte.
La siguiente parada Magnetic Island. Se llega sólo en ferry desde Townsvile. Muchas agencias de turismo ofrecen un paquete con traslado y hospedaje incluido. Pase 3 días en la isla. Muy tranquila, pequeña y llena de rincones mágicos. Alquilamos entre varias un auto para salir a recorrer. Hay muchas playas, lindos rincones, un jardín plagado de mariposas. Le dimos de comer a wallabies. Vimos el atardecer sobre la playa.
Así complete mi primer tramo de viaje. Supere a los pocos metros el pánico del primer paso.
Sola no estuve nunca, al contrario, es más fácil encontrar compañía porque estamos más abiertos al diálogo. Prueba superada!.
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