Paso a paso
India es la meca de los textiles. Un paraíso de colores y técnicas. Tomar la decisión de ir, por todo lo que implica viajar a India siendo mujer, no fue fácil. Fue el broche de oro de un viaje de más de 7 meses por el continente asiático.
La historia no empieza acá, no caí en este país del cielo, fue un camino de mucho aprendizaje. Casi sin saber cómo esos hilos del universo, de eso que dicen que cuando deseamos algo conspira a nuestro favor, me fueron acercando paso a paso.
Dicen que la historia se vive hacia adelante pero se entiende hacia tras así que serán relatos de viaje en retrospectiva de mis pasos en Asia.
La primera etapa de India fue redescubriendo Rajasthan. La zona más turística, que ya conocía, pero está vez fui a mirarla con otros ojos.
Sensaciones de bienvenida
Encontré una mano en el camino, con la que coincidimos para arrancar este recorrido. Empecé a viajar con una amiga, con la que nos encontraríamos en el aeropuerto. La aventura empezó cuando llegué a Delhi y mi avión me dejo en el aeropuerto doméstico y tenía que trasladarme al internacional. Terminé por las indicaciones de los guardias en un bus local y sin plata pero llegué a encontrarme con mi amiga, seguro no fui la primer turista desorientada que se subió sin nada de efectivo.
Por más preparados que estemos, es inevitable el choque cultural de todos los sentidos. La realidad supera cualquier ficción imaginaria que podamos tener en la cabeza. Olores, colores, ruidos, sabores, sólo necesita tiempo y paciencia, si te dejas llevar el encanto de India te atrapa.
Intensamente India
Hay para todos los gustos, genera ese amor-odio con mismísima intensidad a cada paso en simultaneo. Mil veces la sentí así, adorarla y detestarla a la vez. La miré con otros ojos, desde el principio, fui a buscar nuevas experiencias en colores y telas, y me dió mucho más de lo que me imaginé. Me fui enamorada de todo lo aprendí y las maravillosas personas que conocí.
La llegada fue adentrarnos al hostel en medio de uno de los principales bazares junto a la estación de trenes de Delhi, el mismísimo epicentro del caos. Calle angosta plagada de cosas para todos los gustos, puestos, comida, especias, ropa. Completando la escena el transito polirubro compuesto por carros, autos, tuc tuc, vacas. Bocinas por todos lados que es imposible distinguir de que lado vienen. Lo bueno, es que ante tremendo tránsito la velocidad no es algo fácil de lograr. Los peatones aventurados a la odisea de cruzar o avanzar, debiamos sortear la carrera de obstáculos para poder llegar del otro lado sin que te aplaste nada.
Por lo que viví en ambas experiencias la bienvenida es caótica de la inmensa Delhi y un cuco para los turistas. Más de uno piensa en huir inmediatamente, lo sé, pero es solo paciencia. Alejarse de los lugares más turísticos mejora la experiencia ampliamente.
Paseo por los colores
La primera etapa de India fue por Rajasthan, una de las regiones más turisticas por su patrimonio. Su nombre en el idioma local Rajastaní significa “Tierra de Reyes”. Tierras de castillos, fuertes, murallas y demás construcciones majestuosas para visitar.
Plagado de turistas, por ende también de vendedores ambulantes de todo tipo, gente que se ofrece de guía y demás servicios con tal de llevarse una propina. No dejaba de sorprendernos que nos pidieran sacarse selfies. Por suerte que yo no llamaba tantísimo la atención por mi estatura y pelo oscuro. Pero si le decía que sí a uno ya teníamos la fila de candidatos esperando.
Nos atrevimos a conocer las ciudades caminando mucho y tomando bus locales. La gente es muy amable, y te ayudan, hay que aprender a convivir con las miradas porque inevitablemente somos centro de atención para su curiosidad.
La perla
Lo primero que fuimos a ver es el archi famoso Taj Mahal. Agra se ha convertido en un lugar de paso simplemente para tener la postal del Taj.
Esta majestuosa obra de amor que se convirtió en un símbolo mundial para INDIA. Uno de los sitios más turísticos del mundo. Que mis ojos tuvieron el honor de ver por segunda vez en la vida.
Todos quieren verlo amanecer, admirar el blanco de su marmol cambiar de brillo con los rayos del sol. Las colas se hacen eternas y entramos ya de día.
Desde las arcadas de la entrada ya se ve la postal, perfecta, simétrica y radiante. Como la imaginó el emperador musulmán que la creo en honor a su esposa favorita que falleció dando a luz a su hijo numero 14.
Me cautivaron sus detalles, los grupos de mujeres envueltas sus coloridos sarees. Está cubierta integramente de flores, caladas sobre el marmol en algunas partes e incrustadas en pequeñas piezas de piedras de color en otras. Escritos, bordes, detalles, todo construido en piedra. Su construcción tardó más de 20 años y necesitó de unas 20.000 manos maestras.
Es interesante admirarlo desde el amor con que se cosntruyó, en cada uno de sus rincones delicadamente cuidado y detallado. En sus jardines, en como la luz del sol va cambiando su facetas, su reflejo en el agua, como su impecable simetría pareciese hacerlo irreal, ahi está desde hace 370 años inerte ante la mirada de millones de turistas.
La ciudad rosa
La segunda parada fue en JAIPUR la ciudad capital del estado de Rajasthan. Conocida como la ciudad rosa, por su centro amurallado en paredones rosados donde se concentra el mayor movimiento comercial.
Sus rincones susurran que el color rosa es considerado de hospitalidad por lo cual esta ciudad siempre tendrá los brazos abiertos a las nuevas visitas.
Caminando sus calles
Caminando por las calles del bazzar no va a haber quien no quiera venderte algo y ofrecerte mil descuentos con tal que le compres. Me gusta más perderme por las calles, encontrar rincones, charlar con la gente. Los puestos un poco más alejados del mercado principal me dejaron mirarlos con detalle, revolver un poco, sacar fotos sin el aturdimiento de los vendedores.
También puede sorprenderte un elefante cruzando la calle muy campante, pintado de colores, que espera el semáforo como cualquier vehículo de transporte. Las calles aledañas al mercado esconden pequeños locales llenos de encanto.
Una de las grandes sorpresas, fue sólo por curiosa, meterme en el mercado de las novias Sari Market de Chandpole bazzar. Es una arcada escondida entre el bullicioso mercado rosado, una puerta a otro mundo, empezamos a caminar y a sacar fotos a los maravillosos textiles, llenos de jóvenes novias buscando el mejor vestido.
Y pasado los minutos, nos miramos, casí habíamos pasado a otra dimensión, de pronto dejaron de querer vendernos, ni nos miraban parecíamos invisibles, hasta molestábamos. Es un mercado local donde familias van a buscar ajuares para fiestas, no es mercado para turistas. Casi mirando como moscas apreciamos todo ese ritual de textiles, bordados de los más maravillosos.
La mayoría son casas de mujeres, un solo novio encontramos. Hay para decorar, hacer souvenir, comida, detalles todo lo que busques para la celebración.
Uno de los mayores atractivos es el palacio de Amber a 10 km de la ciudad, muy fácil de acceder en colectivo local que te deja en la entrada. Amber fue la capital del estado hasta que se trasladó a Jaipur, entre las montañas se alza el enorme fuerte de color amarillento como su nombre, que resguarda la ciudad.
Desde sus terrazas se puede ver la inmensidad del paisaje, a lo lejos los vestigios de lo que fue la antigua muralla de la ciudad, a sus pies el pueblo de Amber. Dentro del fuerte se distinguen distintas habitaciones, galerías y terrazas, con mucha decoración, en colores, dibujos, piedras y espejos que lo convierten en un recorrido muy interesante.
Esta zona es uno de los lugares más concurridos del país así que hay que prepararse para la multitud de turistas.
Centro del blockprint
Jaipur es uno de los mayores centros comerciales, atre las miradas del mundo por sus artesanias y textiles. Visité varias fábricas al rededor de la ciudad, descubriendo técnicas, colores e historias. Así empecé a descubrir la antigua técnica de blockprinting.
Mirar con otros ojos las telas, desde la historia en cada sello, lo intrincado y maravillo de estampar a mano con tanta precision.
Adoró los textiles y todo lo que lleva esa impronta humana que lo hace cálido y vivo. Preguntando fuí encontrando fábricas, descubriendo la técnica, algunos secretos, puse mis manos en esos colores. Así empezó el camino que había ido a buscar a India.
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