Mi camino de Rajasthan siguió hacia el desierto del oeste, preguntándome por qué siempre termino atraida por esos paisajes planos pero llenos de secretos. Trayecto de rutas largas, viajes en tren que se cuentan en horas y estaciones. Seguir descubriendo la maravillosa India no dejo de sorprenderme a cada paso.
La ciudad dorada
Salimos de Jaipur de noche, encontramos el andén que nos correspondia en la estación y esperamos solo con una hora de demora el tren a JALSAIMER, rodeadas de nenes de un colegio que nos miraban con toda curiosidad. Llegamos después de unas 15 hs a la ciudad dorada, ese rincón sobre el desierto de Thar que separa India de Pakistán. Resplandecía bajo el sol su color dorado que va desde el suelo a sus construcciones de arenisca, dándonos la bienvenida a este encantador oasis.
Imponente en lo alto está el fuerte que durante siglos defendió y vigiló el enclave de posibles ataques. Perderse por unas horas caminando dentro del fuerte es casi un juego, entre sus pasadizos, pequeños pasillos, locales coloridos de textiles, vendedores ambulantes. Hay hoteles, bares y miradores para observar la ciudad dorada desde lo alto.
Dunas de arena
El encanto está en ir a sumergirse en el desierto. Después de una hora en auto, llegamos a la zona donde están los campamentos para hacer excursiones hacia las dunas.
Me subí a un alto camello por primera vez en la vida, muy extraña sensación a paso lento y amable para mirar las dunas desde lo alto y observar como cae el sol en el horizonte infinito.
Mirábamos como los anfitriones que nos hospedaban en esta aventura prepararon la cena para todos a la luz de la leña. Comimos bajo las estrellas, casí sin ver que saboreábamos.
Fue un gran ejercicio para los sentidos, comer con la mano, sentir las texturas y la temperatura desde los dedos hasta la lengua. El aroma de la cocción a leña, el sabor maravilloso de las especies indias, con los ojos ciegos y con el especial toque que daba el cielo repleto de estrellas.
Dormir en el desierto a cielo abierto
Con la panza llena, tras charlas de fogón, nos fuimos retirando cada uno a su colchoneta. Nunca había dormido así, literal bajo las estrellas, sobre una colchoneta tapada con una gran colcha, la arena como cama y uno de los cielos más maravillosos que ví como techo.
Hacía el esfuerzo de no dormirme para seguir mirándolo, buscando estrellas fugaces, sintiéndome pequeña. Desperté varias veces en la noche solo para mirar el cielo, después el sol se fue asomando de vuelta para avisarnos que era un nuevo día.
Acostada ahí mirando como resplandecía la inmensidad, reflexionaba lo difícil de ser consciente donde estoy en cada momento, del hoy, de ser y estar en el ahora. Ubicarnos en el mapa, en ese pequeño punto sobre la arena, en algún lugar a unos 40 km de la frontera con Pakistan. Una inolvidable experiencia.
La ciudad azul
Salimos otra vez en tren nocturno, cansadas de tantas caminatas caímos rendidas antes que el tren partiera, porque por esas curiosidades de India el tren llego 1 hora antes pero partió del andén con 2 hs de retraso. Llegamos a JODHPUR, la segunda ciudad más grande del estado conocida como la ciudad azul.
Yace entre montañas sobre un valle, en lo alto la custodia un gran fuerte como a casi todas as ciudades de la zona y a sus pies, como si de agua se tratara que fluye por las sierras, casi todas las fachadas de la ciudad brillan en una paleta de azules.
El fuerte es imponente, permite apreciar la ciudad desde lo alto. Pero lo más divertido es perderse entre los azules, caminar sin rumbo entre los callejones, no hay mapa que sirva, y creo que ahí está la gracia en descubrir los rincones, puertas, pasillos y encuentros dignos de fotografiar, es una sorpresa a cada paso.
Sobre la plaza del reloj se puede hacer algunas compras de los puestos callejeros que ofrecen ropa y telas a muy bajos precios. También probar las samosas de los puestos llenos de personas esperando por saborear esta famosa comida callejera. Es una especie de pastel frito relleno de papa, arvejas y especies, muy muy rico!.
Las calles debajo de la plaza ofrecen negocios con telas, alfombras y artesanías de todos los gustos y calidad. Es un atractivo tan solo caminarla, ver las mujeres envueltas en sus sarees, paseando como colores que se trasladan, una maravilla para mis ojos curiosos.
Artesanias de Jodhpur
En los alrededores se pueden visitar algunas aldeas pequeñas que tienen diversos tipos de artesanias. Como telar, piezas de barro, bordados. Y también algunos talleres de textiles estampados por sello en teñidos naturales de la zona de Balotra.
Estas estampas están muy concectadas con el ambiente desde el uso de los colores y motivos de flora nativa. Es estampado con una mezcla de barro que al reaccionar con agentes ácidos produce el rojo. Es una técnica muy tradicional de la zona oeste de Rajasthan por la antiguedad del proceso.
La ciudad de los lagos
Esta vez nos trasladamos en colectivo nocturno, coche cama. Consiste en un cubículo cerrado plano como de colchoneta, es cómodo pero lo que impide dormir son los altibajos de la ruta.
Llegamos de madrugada a UDAIPUR, le dicen la Venecia de India por estar rodeada de lagos. Llama la atención su castillo en medio del agua que una vez fue el set de filmación de la película Octupus de James Bond.
El palacio de la ciudad, sus templos en lo alto. Es una ciudad tranquila para caminarla, admirar los lagos, pasear por los puestos y mercado.
Hacer compras de productos tanto de Rajasthan como Gujarat debido a su proximidad comienzan a mezclarse los estilos que se ven en telas y bordados. Es un pueblo tranquilo, pero muy visitado por tusristas por lo que quieren venderte todo. Lo peligroso es terminar envuelta en sus telas y con la mochila llena de más cosas.
A la tardecita es muy lindo caminar sus Ghats, las puertas al lago, donde hay gente bañándose por considerarse agua sagrada, ver como van cambiando los colores del cielo sobre el reflejo y se encienden las luces de la ciudad.
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